domingo, 11 de noviembre de 2012

Pedaleando a vapor: Somos la plebe ?

Pedaleando a vapor: Somos la plebe ?: ¿Somos la plebe? Oportunistas. Advenedizos. Egocentristas. Narcisistas. Todos ellos y tal vez algunos más, son los calificativos que ...

Somos la plebe ?


¿Somos la plebe?

Oportunistas. Advenedizos. Egocentristas. Narcisistas. Todos ellos y tal vez algunos más, son los calificativos que “revolotean” en mi mente mientras escribo, cuando pretendo describir los más sutiles y ocultas aptitudes de la mayoría de las que hoy conocemos como políticos populistas. Sólo sugiero pensar en alguno de los nombres de ellos que han arrastrado a multitudes nacionales tras sus ansias personales.

Les invito a repasar esos nombres. Entre ellos hay una característica común que por lo general presentan: Han sido personas que recibieron una buena instrucción y hasta educación. Provienen de familias ciertamente portentosas o que gozaron de buenos estándares económicos. Hábidos lectores y estudiosos de la historia universal y particularmente seguidores de personalidades que marcaron, por una u otra razón loable o deleznable, el curso de su trayectoria.

Claro que hay excepciones; ejemplo, Chavez. Este sujeto ni proviene de una familia acomodada ni ha sido ni es un estudioso de las ciencias, letras, artes o la cultura en general, ni es inteligente, pero monopoliza las demás características y viene obligado a convertirse en una copia. Sí, un líder-copia. Es una mera característica que deben “procurarse” gente como él.

Y en cuanto a su proyección pública no difieren unos de los otros. Observen los discursos de Julio Cesar (un gran tirano, que determinó ese título como público); o de Napoleón (conquistemos lo que nos merecemos_los franceses_). O del Fhurer alemán (Alemania debe colocarse frente al mundo como nación; el pueblo alemán tiene una misión histórica que cumplir; juntos haremos grandes a Alemania). Políticos que llegaron al poder con una aplastante mayoría como Leónidas Trujillo, para convertir luego al país en un cementerio con los cadáveres de sus opositores políticos. Castro hizo otro tanto. Recuerden cómo y con qué estado de cosas triunfa la Revolución Cubana, “más verde que las palmas”, una eufemismo dirigido a magnificar como muy criolla esa toma del Poder_, que hoy pregunto: ¿Para qué tenía que aludir a ello si la revolución surgió y fue dirigida y apoyada solo por cubanos, incluido Prio Socarrás que hizo una extraordinaria contribución económica en armas y aprovisionamiento?

Simple; el viraje estaba en su mente y no podía hablarle a los cubanos en 1959 de Socialismo o Comunismo. Los que descubrieron sus planes lo pagaron con su vida.

Pero en Castro no se detiene esta fiebre narcisista. Mire a su alrededor. Chavez es un segundón, un político-copia. Observe a Correa; ¿cuál es su discurso?: “…un esencial ataque a los grandes monopolios que han expoliado durante años las riquezas de los ecuatorianos”. Es decir, él se coloca del lado de las víctimas que siempre son las más porque es un simple cálculo matemático. Es como ver una actuación de ballet en el teatro y en el último pass gritar: “ ¡Perrísimooooooooooo!”; acto seguido todos se “descomponen” y lo manifiestan con gritos a su modo, aunque no sea el perrísimo suyo, pero le imitan, le secundan, quieren sentirse parte de esa euforia que usted ha gritado tan entusiastamente.

De vuelta y mire a Cristina. Con una fortuna de la familia Kirchner incrementada en los últimos 6 años más de 3 veces; con un redoblar de tambores que anuncia la transformación de la constitución para que le permita un tercer mandato chupando la teta de mama argentina.

Morales en Bolivia y Ortega en Nicaragua envían diariamente los mismos mensajes a las multitudes. Uno con su uniforme de indígena, el que le queda mejor_, y el otro vendiendo sus esfuerzos y sacrificios como guerrillero frente a Somoza y a Estados Unidos, pero ambos sacudiendo el “fantasma” de la guerra civil y la expoliación imperialista, captan a las multitudes. Los tres organizan y patrocinan, con dinero del estado_, programas para alimentar a los pobres y desamparados, que son los más_, y que se convierten en voto a ultranza.

Todos ellos se arropan en los símbolos patrios. No es desacertado porque desde que vamos al colegio elemental, maestros y educadores nos inculcan fehacientemente, cuáles son esos símbolos, su significado y el deber “patrio”, “cívico” que tenemos de respetarlos y defenderlos contra viento y marea. Es genuinamente psicológico. Vemos la imagen del escudo y se nos representa inmediatamente el mapa del territorio que representa. Lo mismo pasa con la bandera o con los nombres de los héroes de la historia local son=patria, a pueblo, a nación. Es un elemento de solidarizar expectativas, de aunar, de reunir, de aglutinar. Ellos, los narcisistas, lo saben y lo utilizan plenamente porque el mensaje es subliminal. No falla. Chávez=Venezuela y cuando se coloca ante los micrófonos coloca de background a Bolívar y a la bandera, independientemente de que tiene una chaqueta hecha ex profeso con los colores patrios.

Todos ellos se hacen de la mayor cantidad de medios de difusión posible, _sufragados con dinero del estado, por supuesto_, y repiten esas consignas chovinistas diariamente. Es un verdadero lavado de cerebros y de incrustación de ideas ajenas a la reflexión propia. Jueves lo hizo con efectividad y el adagio es cierto: “…una mentira repetida llega a convertirse en verdad relativa…”. La mayoría, la plebe en el argot feudal, llega a sentirse protagonista de la falsa odisea originada por esos caudillos.

América, _hagamos un paréntesis en la reflexión_, históricamente, es una tierra de caudillos exceptuando a los Estados Unidos, porque los propios padres fundadores eternizaron la imperiosa necesidad de equilibrar los poderes públicos. Hoy eso es una realidad y por eso la hace excepcional. Al Sur del río Bravo es distinto. Repase la historia por separado y verá en cada una rasgos de caudillismo y tiranía en casi todos los héroes locales. Es un germen producto de la mezcla racial de ibéricos con indígenas, parece.

Es un proceder que no falla. Es que las personas somos “eternamente” niños. Cuando lo éramos de verdad y temíamos a la oscuridad, gritábamos: “¡mamá, mamita!”, esperando que ella nos abrazara y dijera: “…ya pasó, mi ‘jito, ya pasó”. Mamá está aquí para cuidarte y para guiarte. Encenderé la luz y volverás a quedarte dormido”. Se trata de una reacción genética instintiva inscripta en lo más profundo del cerebro. Alguien nos va a proteger e iluminarnos. Es como la fe. Nos pasamos 3 ó 4 días sin agradecerle a Dios por vivir, comer, calzar, trabajar y tener una familia. Pero cuando nos duele algo, le suplicamos y elevamos nuestras plegarias.

Así es la plebe. Somos plebe. Y estos cabrones narcisistas lo saben. Comprenden que ese discurso amamantador es infalible y lo continuarán pronunciando porque la manada sueña con un futuro mejor. Es humano.

Jorge B. Arce